Para S.

Besar al chico más lindo.
Jugar a quien salta más lejos.
Mirar profundo a los ojos.
Abrazar fuerte hasta apretar.
Permitir que el corazón lata fuerte.
Acariciar despacio como si no existiera el tiempo.
Relajar en cada roce de dos cuerpos.
Desvestir sin prisa.
Correr dejando atrás la bronca.
Subir el volumen y cantar tu canción favorita.
Equivocarse.
Escribir en un papel un nombre y sonreír.
Dibujar corazones por doquier.
Tener la certeza de que quizás algún día todo termine.
Amar sin miedo.

Pasado pesado


¡Hola, pasado! ¿Cómo estás? No te esperaba. Vení, sentate.
¿Querés tomar algo? 
En la heladera tengo la cerveza que te gusta.
Y, si te fijás, en la alacena hay muchas cosas que te pueden encantar.
Justo justo estaba pensando en vos.
¡Qué tonta! Por eso viniste. Porque yo te llamé.
Es que la tarde estaba horrible y yo necesitaba recordar y te tocó a vos.
¿Te acordas la vez que caminábamos por Av. Rivadavia?
Pasó un auto y te gritó: "¨¡Besala, soquete!"
Tu cara. Mi cara.
Sonreímos.
Nos miramos.
Y así fue como me besaste por primera vez.
Digo "besaste" porque vos te acercaste a mi.
Yo sólo me dejé llevar. 
Fue un beso intenso. 
Todavía puedo recordar tus manos acariciando mi espalda con firmeza.
Ahí, en la calle. Porque era verano y una hora en la que no había mucha gente.
O quizás sí. No lo recuerdo.
¿Para qué te voy a mentir?
Vos estabas tan nervioso.
Yo también. Pero me hacía la que no.
En el fondo lo sabías. Porque yo no podía parar de reír.
Bueno, quizás ese día no lo notaste.
Pero después de tantos años aprendiste que, aún en la peor desgracia, me es inevitable reír.
Como el día que chocamos con el auto y sangraba y reía.
Creo que, ese día, te diste cuenta que me es inevitable.
Te extraño tanto. Más que nada a la noche.
Extraño esas noches cuando hablábamos sin parar. 
Nos contábamos nuestros miedos más profundos. 
Por momentos me daban ganas de llorar y vos siempre lo solucionabas con un chiste.
¿Qué nos pasó, Roberto?
No entiendo.
Sí, ya sé que fui yo la que decidió terminar.
Pero así y todo no lo entiendo.
No puedo comprender cómo no luchaste por recuperarme.
Por qué no hiciste nada.
Me dejaste ir. Como, si en verdad, vos también deseabas ese punto final.
¿Lo deseabas?
¿Por qué no dijiste nada?
Roberto, no puedo más de extrañarte.
Quiero que vuelvas.
Necesito que vuelvas.
No, dejá. Mejor andate. Así está bien.
Dejame en paz. Dejame respirar. Roberto, me ahogás.
Estoy harta de pensar tanto en vos.
¿Con qué derecho venís en el medio de la noche e irrumpís mi calma?
Cansada me tenés.
Roberto, haceme un favor. Andate y no vuelvas.
Adiós.

Retenciones

Se me quedó un beso tuyo
en la comisura del labio.
Lo voy a dejar ahí hasta que te vuelva a ver
y, entonces, pueda renovarlo.