Dos mil



Una manifestación de amor desde el mismísimo amor puro. Año dos mil. Nuevo milenio donde el amor puede darse desde todos los costados imaginables. Crecer y entender que hay cosas que no existen. Madurar. Los sentimientos se vuelven cada vez más terrenales. La carne y el deseo.
Despertar una mañana y entender que hay cosas que no cambian. Querer despedazar a la persona amada. A mordiscones, con la mano, con fuerza. Volver a armarla en la mesita de luz. Observarla, ver lo linda que va poniéndose con el pasar de los días.
Llega la noche y tratar de cuidarla de sus sueños. Desterrar lo feo. Tirar a la basura todo lo malo.
Contar un chiste para hacer reír a la persona especial. Hacerle cosquillas en el alma. Verla sonreír, escucharla.
Estar sentada frente a la pc. Escribir esto y entender que no hay rastro de sentimiento alguno corriendo por las venas, por el cuerpo, en el corazón. Estar vacía de sentimiento. Pero, entendiendo, que en alguna parte de la galaxia puede ocurrir. Desearlo. Hay un puntito en la línea del tiempo que me indica que, viviendo en el año dos mil (año del no amor) hay algo que crece. Sin poderlo divisar. Quizás no existe y todo esto sea un sueño.
Mañana me voy a despertar en 1985 y voy a comenzar de nuevo.

Quizás, tal vez, puede ser

Quizás, tal vez, puede ser.
Fue un rato largo el que estuve mirándote
y tus movimientos decían siempre lo mismo.
Cuando hablás movés la cabeza de una manera particular
y mirás a los ojos,
siempre mirás fijo a los ojos.
Haces un gesto con las manos como diciendo: "y boeh".
En el momento que te acercaste a mi
hundiste tu cara entre la mía y mi cuello.
Jamás sentí proteger a nadie,
como te protegí esa tarde cuando te abracé.
Quizás, tal vez, puede ser.
Tu mente estaba dispersa,
tu alma distante
y tus manos sobre mi cuerpo.
Reivindicamos diálogos,
nos reímos de nosotros,
guardamos secretos.
Quizás, tal vez, puede ser.